A lo largo del mes de junio recorrimos los planteles, comenzando por la primaria República de Honduras, tres días después continuamos con la Francisco González Bocanegra, y la siguiente semana cerramos con las primarias Dr. Belisario Domínguez y Fray Luis de León.

Aunque fueron escuelas distintas, hubo algo que se repitió como una constante alegre: la emoción. En los patios, aulas, auditorios y bibliotecas se instalaron tres talleres simultáneos. En el taller de grabado, dirigido por la maestra Michelle Sandoval, las niñas y niños exploraron la técnica con placas de tetrapak y torno de estampado, descubriendo cómo una simple línea puede volverse imagen. En otro espacio, la maestra Rosa María dio un taller de dibujo que invitaba a sentir el papel, jugar con sus texturas y mancharse sin miedo. Y al mismo tiempo, los maestros Julio Osornio y Desireé Ibarra mostraron cómo la animación tradicional empieza con un trazo simple… y un palito que hace girar al dibujo hasta darle vida, pasando por la divertida y compleja técnica del Stop Motion.

En cada grupo, la participación fue increíble. Las y los niños estaban atentos, curiosos, agradecidos. Al final de cada jornada, se entregaron reconocimientos a los talleristas y palabras de agradecimiento.

Nos fuimos con las manos manchadas y con el corazón lleno. Y la Academia de San Carlos cumplió el objetivo con el que comenzó: difundir e impartir lo que es el arte a futuras generaciones de artistas. Porque lo que pasa cuando el arte se comparte, de verdad, se nota en los ojos y en las manos de quien lo recibe.